miércoles, 3 de diciembre de 2014

La conquista de los espacios



Somos tan ingenuos, con nuestras caras pegadas a los más bellos monumentos, somos la masacre del arte, las culturas y los espacios. Queremos conquistar lo que no nos pertenece. Si nos damos cuenta, no nos pertenece ni siquiera este cuerpo que nos alberga. Somos meros espectadores de la realidad que nos rodea, partícipes de eventos algunos, más meros transeúntes de la vida. La muerte el abandono del cuerpo físico, es el destino final de esta aventura. Pero nosotros ingenuamente nos queremos agarrar a las vías, los raíles, las paredes, para no ver lo bello del paisaje. Queremos arrebatar la magia de todo, conquistar con dinero, fotos o banderas.

Hoy estamos en medio de un mercado, pero mañana nadie nos echará de menos en aquella esquina quedará un recuerdo borroso, de un extranjero perdido y con semblante absorto. En aquella cuadra del destino, que el momento dispuso para mostrarse, nos sumergimos en el aquí y el ahora. Pero todo pasa, como la gota de agua que penetra en nuestro cuerpo. La absorbemos, pero ella sigue su ciclo de vida.

Así creamos espacios "nuestros espacios", nuestros mundos donde dominamos lo que nos rodea, poseemos la luz la energía que circunvala el lugar. Pero no somos concientes de que nada de todo ello nos pertenece. Somos unos pasantes de ese lugar.

Queremos inmortalizar: momentos, espacios, sensaciones, textos, personas... Memorizar cantidades excelentes de datos, libros, citas, poemas. Retener el aire que corre por nuestros pulmones, pero nada de ello nos pertenece.

Paseando por las calles, vi un pájaro local. No podría describirlo, tenía un excelente plumaje y altivez de pájaro soberano, LIBRE ¿A caso el se cree que todo aquello que sobrevuela es suyo? Mas hace uso de ello, pero sabe que no lo es. El se posa, mira, picotea, nos observa de la misma manera que nosotros hacemos con él, pero la diferencia es que el tiene bien marcado su norte. Sabe hacia donde se dirige, aquello que necesita, aquello de lo que depende. Quizás sin tener nada, es el más libre de todos. Es mas, si tuviera ese pájaro una gavia, tendría comida asegurada, unas horas de luz y más que menos alguna compañía, pero no sería poseedor de su propio destino. Y en eso nos hemos convertido, en poseedores de gavias doradas de limitado tiempo.

Por Alex Madueño [am]

#reflexiones al pié del camino

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