jueves, 8 de enero de 2015

jueves, 8 de enero de 2015--


Y por un minuto, alegando tu falsa nostalgia, me sentí seguro. Capaz de mi mismo. Por un momento respiré a través de las costillas rotas, el dolor fue secundario y las partículas de oxígeno que llenaban mi cuerpo se sentían puras. Por un breve lapso, pude ver las estrellas en la noche, tus caricias en la media tarde, tus sonrisas en la mañana. Por un momento creí que había un posible mañana pintado de nosotros. Creí en la mentira, que nos orquestaba la vida. Creí en esos besos sin remitente ni destinatario, que en el limbo de la no existencia se habían ranciado.
Aquella mañana, no lloraban las sábanas, sentí como se levantaba el día, sin quejas al porvenir. Pude ver las tardes con calma y no temerle al ocaso. En aquel momento, breve, supe lo roto que estaba, supe los malabarismos que había hecho durante tanto tiempo hasta encontrar tu recuerdo. Cuantos puentes raídos han mal aguantado mi peso, cuantas lagunas de sal han hervido y cuantos muertos han seguido estando muertos.
Supe entonces que no es posible seguir en vida en esta vida, sin el suspiro de tu abrazo, sin la mentira pintada en tus labios o la macabra despedida de tus huesos. Supe que no es vida la vida si no te tengo, sin caricias en la mañana, si no te beso. 
No he faltado a la verdad, ni en una sola coma. Este invierno está manchado de breves veranos, aunque breves, vale la pena disfrutarlos.
Alex Madueño [am]

2 comentarios:

  1. Cuantos puentes raídos han mal aguantado mi peso, cuantas lagunas de sal han hervido y cuantos muertos han seguido estando muertos.

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