domingo, 5 de octubre de 2014

Mañana...






















La mañana despierta sobre el gris mojado de una calle empapada con tristes rutinas. Una calle, donde lloran por dentro los niños que han sido forzados a crecer con sus corbatas, tacones, maquillaje base para así empujarse los unos a los otros y llegar a su cruel destino.

Qué estúpida raza, mediocre sinsentido, no ha habido en la historia una raza entre todas las especies que haya hecho nada similar. Yo no veo a los leones de la sabana discutiendo sobre trendings de la bolsa, ni a las gacelas tomando Chardonnay mientras limpian la casa, ¡¡es absurdo!!

El poder no cambia de manos, sólo muta en individuos. Entronizados por el capital, la codicia y el compulsivo alineamiento social. No se hagan ilusiones, yo también pertenezco a la misma casta,  misma especie, mismo destino.

Absurdos espejos deformados en probadores con látigos multimedia en sus bolsillos.

Los descalzos sueños, en el asfalto mojado intentan despertarse, pero una manada de indecentes y grises reptiles los chafan, sofocan con sus quehaceres. Somos la especie más absurda entre lo absurdo, somos las avispas picando sin ton ni son, egoístas maquiavélicos saltimbanquis de los sentimientos. Malabares de un circo penoso, decadente y triste donde los adultos somos la carnaza indispensable para que continúe el bucle del destino. ¿Amanecemos? Con ráfagas de café, embadurnados con tristes aspiraciones, mediocres recuentos trimestrales y reportes que no van a ningún sitio.

¡¡Por favor, que alguien pare!!! ¡¡Esto no tiene sentido!!

Y volvió el loco, en medio del tumulto, chillando cómo una chita enjaulada
     - ¡¡Estás loco, te van a pisar!!-

Los chaquetones grises son muchos y como una manada yonqui de sueños nuevos, intoxicados por credos nocturnos. Se vuelven amapolas, fumaderos de opio, vigilantes del ultramundo.

Juego de roles: masculino/femenino/indefinido. Malabarista, funambulita de profesión: taciturno.

No pares de caminar, los chaquetones grises te persiguen, disimula, entra en un bar y pide un café amargo. Para cuando estés sereno, piensa.. ¿Todo esto, para que sirve? ¿Soy la gacela que corre para salvar la vida? o bien ¿Soy el astuto león, que con mis colmillos llenos de sangre, continúa lo aprendido?

El café es una breve pausa. Otra droga más importada, etiquetada de amplio consumo. Un sedante de verdades, para los tramoyistas de este mundo.

Repito: aquí sólo describo lo hasta ahora vivido.  

No es necesaria la reflexión, no es necesaria la respuesta, no es necesario el intercambio de opinión.. si eres la gacela que va en la manada no te apartes, la manada te da fuerza.

Solo el solitario y malfunzionante* león, puede hacer reflexión de si matar o no a la gacela.

#buenosdías

Por Alex Madueño [am]

* del italiano

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