He cavado una trinchera entre el cielo y el infierno. Largas
y sangrientas jornadas de guerra entre bandos que nunca llegarán a un acuerdo,
a ese escenario, le he llamado cuerpo.
De un lado y otro se defienden, bombardean, masacran con la
cruz unos y el tridente otros. La sangre corre y yo me encuentro en este
atolladero. Soy el narrador, no tengo fusil. Tan solo pude recuperar el casco
de un soldado muerto.
Soy un mero espectador, trinchera que consume el tiempo. Soy
una ciénaga de contradicciones andante, en un retrete escribiendo un oscuro
cuento.
Las balas no las elegí yo, están donde están por mutuo
acuerdo, bandos enfrentados que guerrean desde el principio de los tiempos. Mamá
Jesucristo, victima entre las
victimas, pagará por los pecados de todos los que no llegamos al cielo. Papá siembra
el caos y te comprará el alma por el más caprichoso y estúpido anhelo.
Ya ves, aquí debería estar escribiendo lindos relatos, de perdices
comiendo príncipes y felicidades en orgías de sentimiento. Pero cómo siempre,
el tatuaje que dibuja mi piel, es la realidad que llevo dentro. Soy el
paradigma de los no escuchados, la víctima perfecta para no llegar a ningún acuerdo.
Mitad cielo, mitad infierno o me tomas o me dejas pero no me pidas que sea algo
que no puedo.
Feliz navidad a los del pesebre, aquí, siempre es año nuevo.
Por Alex Madueño [am]
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