miércoles, 1 de octubre de 2014

Frío diciembre











He cavado una trinchera entre el cielo y el infierno. Largas y sangrientas jornadas de guerra entre bandos que nunca llegarán a un acuerdo, a ese escenario, le he llamado cuerpo.
De un lado y otro se defienden, bombardean, masacran con la cruz unos y el tridente otros. La sangre corre y yo me encuentro en este atolladero. Soy el narrador, no tengo fusil. Tan solo pude recuperar el casco de un soldado muerto.
Soy un mero espectador, trinchera que consume el tiempo. Soy una ciénaga de contradicciones andante, en un retrete escribiendo un oscuro cuento.
Las balas no las elegí yo, están donde están por mutuo acuerdo, bandos enfrentados que guerrean desde el principio de los tiempos. Mamá Jesucristo,  victima entre las victimas, pagará por los pecados de todos los que no llegamos al cielo. Papá siembra el caos y te comprará el alma por el más caprichoso y estúpido anhelo.
Ya ves, aquí debería estar escribiendo lindos relatos, de perdices comiendo príncipes y felicidades en orgías de sentimiento. Pero cómo siempre, el tatuaje que dibuja mi piel, es la realidad que llevo dentro. Soy el paradigma de los no escuchados, la víctima perfecta para no llegar a ningún acuerdo. Mitad cielo, mitad infierno o me tomas o me dejas pero no me pidas que sea algo que no puedo.
Feliz navidad a los del pesebre, aquí, siempre es año nuevo.
Por Alex Madueño [am]

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