Y por un minuto, alegando tu falsa nostalgia, me sentí
seguro. Capaz de mi mismo. Por un momento respiré a través de las costillas
rotas, el dolor fue secundario y las partículas de oxígeno que llenaban mi
cuerpo se sentían puras. Por un breve lapso, pude ver las estrellas en la
noche, tus caricias en la media tarde, tus sonrisas en la mañana. Por un
momento creí que había un posible mañana pintado de nosotros. Creí en la
mentira, que nos orquestaba la vida. Creí en esos besos sin remitente ni
destinatario, que en el limbo de la no existencia se habían ranciado.
Aquella mañana, no lloraban las sábanas, sentí como se
levantaba el día, sin quejas al porvenir. Pude ver las tardes con calma y no temerle
al ocaso. En aquel momento, breve, supe lo roto que estaba, supe los malabarismos
que había hecho durante tanto tiempo hasta encontrar tu recuerdo. Cuantos
puentes raídos han mal aguantado mi peso, cuantas lagunas de sal han hervido y
cuantos muertos han seguido estando muertos.
Supe entonces que no es posible seguir en vida en esta vida,
sin el suspiro de tu abrazo, sin la mentira pintada en tus labios o la macabra
despedida de tus huesos. Supe que no es vida la vida si no te tengo, sin
caricias en la mañana, si no te beso.
No he faltado a la verdad, ni en una sola coma. Este
invierno está manchado de breves veranos, aunque breves, vale la pena
disfrutarlos.
Alex Madueño [am]
Cuantos puentes raídos han mal aguantado mi peso, cuantas lagunas de sal han hervido y cuantos muertos han seguido estando muertos.
ResponderEliminarya....
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